jueves, 9 de septiembre de 2010

Jodiéndome viva

Buenos días o buenas tardes, depende de como se miré. Llevo con estos pensamientos desde hace un par de días y necesito hacer algo. Así que he decidido escribirlo. Nada cambiara, porque ocurrirá lo que he escrito en la última frase.
Hoy como ayer, me siento ignorada. Quiero verle, pegarle una torta, decirle todo lo que me corroe por dentro, cabrearme y ver qué ocurre.
¿Pero qué consigo con esto? ¿Mejorara la situación? No.
Solo puedo sentarme a esperar. Esperar a que pase algo. Esperar porque si no se agobiara, seré pesada, seré inmadura. Tragándome mis deseos. Comiéndome mis impulsos. Atando mis pasos. Reprimiéndome. ¿Para qué variar estas ataduras?
Se supone que tengo que ser franca, abrir mi corazón. Pero si siento que consigo es ser más vulnerable, más patética, sentirme peor. Porque al decirlo en voz alta es más real que cuando solo lo pienso. Pensándolo puedo ignorarlo, pero pronunciar esas palabras me rompen en lágrimas. Dándome pena hasta a mi misma y eso nunca. Nunca.
Lo único que no cambia es esta sensación de agobio. Que dándome ganas de gritar desgarradamente, tengo que reprimirme.
Pero como en Titanic nadie escuchara mi silencioso grito.
And if I never see your face again, I don’t mind.

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