martes, 17 de noviembre de 2009

Esto no es Historia del Arte

Hola a todos los que quedeis!! Sorry (u.u) Pero prometo actualizar proximamente pues casi he terminado un relato (^^)
Y bueno loq eu voy a subir ahora es una columand e un periodico que me ha mandado mi padre que ¡dios! ¡¡QUE VENDEN EN LAS SUBASTAS DE ARTE!!
Espero vuestra opinión. (^^)

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Las subastas de las vanidades
Un economista destripa los secretos que explican los altos precios del arte

ISABEL LAFONT - Madrid - 16/11/2009

¿Cómo un tiburón disecado, suspendido en un tanque de formol, puede llegar
a valer 12 millones de dólares [8 millones de euros]? ¿Qué mecanismos rigen
la oferta y la demanda en el mercado del arte? El economista estadounidense
Donald N. Thompson rastreó durante un año los intríngulis del mercado de
arte contemporáneo y pasó muchas horas entre galeristas, casas de subastas,
artistas y coleccionistas. El resultado de su investigación es el libro El
tiburón de 12 millones de dólares, que ahora se edita en España, y cuyo
subtítulo, La curiosa economía del arte contemporáneo y las subastas, ya
anticipa al lector que, seguramente, no se va a encontrar con las leyes
clásicas del mercado.


El famoso tiburón tigre de Damien Hirst, una obra titulada La imposibilidad
física de la muerte en la mente de alguien vivo, que el coleccionista
Charles Saatchi vendió al financiero estadounidense Steve Cohen en 2005 por
la citada cifra (Saatchi lo había adquirido en 1992 por 50.000 libras, unos
56.000 euros) a través del galerista Larry Gagosian es la alegoría perfecta
que sirve a Thompson para sumergirse en la vieja distinción entre valor y
precio . "Como economista y coleccionista de arte contemporáneo, hace
tiempo que me siento perplejo por la cuestión de qué es lo que hacer
valiosa una obra de arte, y por qué alquimia se considera que vale 12 o 100
millones de dólares en lugar de, por ejemplo, 250.000 dólares", declara al
inicio del libro.


Según Thompson, al igual que Coca-Cola o Nike, hay artistas, galeristas y
casa de subastas que han adquirido una valor como marcas. "Un Mercedes
ofrece seguridad y prestigio. Prada ofrece la seguridad de elegancia y moda
actual. El arte de marca funciona del mismo modo. Los amigos no podrán
creerle cuando les diga: 'He pagado 5,6 millones de dólares por esa estatua
de cerámica'. Pero nadie muestra desdén cuando se le dice: 'Lo compré en
Sotheby's', 'Lo encontré en Gagosian' o 'Éste es mi nuevo Jeff Koons".


Sotheby's y Christie's entre las casa de subastas; MoMA, Guggenheim o Tate
entre los museos -"una obra que se haya exhibido en alguna ocasión en el
MoMA o que haya formado parte de una colección del mismo exige un precio
superior debido a su procedencia"-; Gagosian o Jay Joplin, fundador de la
londinense White Cube entre los galeristas; y artistas como los citados
Hirst, Koons o Andy Warhol son, según la tesis de Thompson, engranajes de
una maquinaria que, "con un marketing bien dirigido y una marca de éxito",
genera precios inexplicables para la lógica para tiburones disecados o
balones de baloncesto (en el caso de Jeff Koons) en una pecera.


Detras de ello hay factores psicológicos y sociales. Muchos de los
compradores de arte contemporáneo no son siempre especialistas ni
entendidos. Simplemente son muy ricos (en muchos casos nuevos ricos, como
los millonarios rusos y chinos surgidos en los últimos años), asegura el
economista, y necesitan tener la seguridad de que están haciendo una buena
compra. De ahí que se fíen de las marcas reconocidas. Al público que
frecuenta esta feria de las vanidades va dirigida la peculiar jerga de los
galeristas, según la cual "vanguardista significa radical, desafiante
significa que no intentes siquiera comprenderlo, y calidad de museo
significa que, si tienes que preguntar, es que no puedes pagarlo". El
galerista de marca no es un fenómeno nuevo. Jopling ha sido para Hirst lo
que Ambroise Vollard fue en París para Picasso, Cézanne y Gauguin o, a
mediados del siglo XX, Leo Castelli en Nueva York para Jasper Johns, Robert
Rauschenberg o Cy Twombly. La relación entre los clientes de un galerista
de marca y sus clientes suele alcanzar un grado de confianza ciega: "Los
coleccionistas confían en su marchante del mismo modo que confían en su
asesor de inversiones. Es la idea de comprar arte más con los oídos que con
los ojos, de comprar el esperado valor futuro del artista", señala el
economista.


Hay más palabras que suenan a música en los oídos de los clientes de las
galerías o casas de subastas, como "está en la colección de Saatchi" o
"Saatchi lo quiere". Si una obra de arte es del agrado de uno de los
coleccionistas más notables del mundo, ¿cómo no va a quererlo en su casa un
VIP que se precie? No importa que respetabilísimos críticos de arte como
Robert Hughes califique la obra de Hirst de "mercancía absurda y hortera" o
que afirme que Koons "probablemente no sería capaz de escribir bien sus
iniciales en un árbol". Al fin y al cabo, como le indicó a Thompson Brett
Gorvy, director del departamento de arte contemporáneo de Christie's, "esto
es un negocio, no historia del arte".

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Y bueno, mi opinion es que ya se que el libro de los gustos esta en blanco pero creo que todo tiene un límite o no? pagar toda es burrada de dinero (porque no es otra cosa que un burrada) por un un tiburón disecado, suspendido en un tanque de formol, puede llegar
a valer 8 millones de euros!! cuando todo ese dinero se puede invertir en luchar contrar el hambre en el mundo o sacar a algun país de la pobreza. Pero bueno, nunca dejare de ser idealista.
PD: Intente subir las fotos pero salen muy grandes asi que aqui teneis los enlaces para ver la obra de arte:




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